Más allá de medir, es comprender.

La investigación cualitativa apunta hacia la comprensión de realidades subjetivas que se constituyen por símbolos y significados. Se trata de valorar datos que no se pueden cuantificar, es decir, este enfoque no es rígido ni se reduce a números; por el contrario es dinámico, inductivo y contextual. En general, las preguntas son abiertas, por lo tanto, los hallazgos no se interpretan ni se presentan estadísticamente; en cambio, se realiza un análisis del discurso.

La escucha activa es una herramienta fundamental para lograr sustraer las percepciones, ideologías o experiencias individuales y colectivas. La magia para recolectar datos en un estudio cualitativo radica en conectar con las personas a través del rapport y la empatía. 

La etnografía es, sin duda, el método cualitativo más utilizado en las ciencias sociales y humanas. Su objetivo es tener el conocimiento a profundidad de una experiencia, identificar pautas culturales, hábitos recurrentes, ideologías y emociones, a su vez, busca develar la estructura o reglas que sustentan los hechos. 

No se puede hablar de etnografía sin mencionar el término inmersión en campo, que implica sumergirse, involucrarse y ser parte del ambiente natural en el que viven las personas participantes para lograr una relación de confianza entre entrevistador y entrevistado. El valor de este método es que permite tener una mirada desde otro punto de vista y observar el lado b de los fenómenos, esto implica una postura horizontal y cercana, que exige salirse del lugar de espectador en el que se observa la realidad de manera superficial. 

Algunas técnicas:

• Observación participante y no participante
• Conversaciones espontáneas o informales
• Entrevistas a profundidad, estructuradas o semiestructuradas
• Grupos focales